El aulario es la fachada de la Universidad hacia Pamplona. Su principal elemento arquitectónico son las más de cien columnas de sección circular y capitel troncocónico que dan a los pasillos una profunda perspectiva. Estas columnas, utilizadas por Sáenz de Oiza en otros edificios, hacen un guiño a la arquitectura clásica. La perspectiva se ve acentuada por la utilización que hace de los colores en elementos como tuberías, barandillas… Se trata de colores vivos que muchas veces son elegidos por el arquitecto en la propia obra.

Un lucernario recorre el techo del edificio, recogiendo luz cenital que ilumina tanto los pasillos como las aulas centrales. Esta luz se trasmite a las plantas inferiores gracias a los huecos abiertos entre los pasillos y las aulas. En la fachada, la luz entra a través de unos característicos óculos circulares en la planta baja y grandes ventanales en las plantas superiores.

Se trata de construcciones rectangulares que mantienen los elementos característicos que dan uniformidad al campus, como el uso del hormigón, los óculos en la planta baja y la iluminación cenital a través de lucernarios en el techo. Además, en el caso de los edificios departamentales, esta iluminación llega hasta la planta baja gracias a unos óculos transitables, situados en el suelo de las plantas elevadas, y a un patio interior acristalado.

Es característico también en estos edificios el uso que Saénz de Oiza hace del color en las paredes y en los paneles que se utilizan para distribuir los espacios interiores, dando una personalidad propia a cada uno de los departamentos, y las entradas acristaladas con visera para proteger de las inclemencias del tiempo.

El rectorado, situado al final de la gran avenida de los tilos, cierra por el sur el campus de la universidad. Difiere del resto de edificios por sus reducidas dimensiones y por algunos elementos nuevos, tanto en la fachada como en el interior, pero mantiene en general las mismas técnicas constructivas que el resto del campus: el hormigón como material predominante y dos grandes óculos en la planta baja.

La fachada destaca con un gran ventanal y la luz también es captada a través de una gran linterna que ilumina el vestíbulo central mediante luz cenital.

El interior se caracteriza por grandes óculos abiertos en las paredes, que crean juegos de luces y sombras, y por el uso del mármol rosa para pavimentar pasillos y escaleras, en vez del linóleo utilizado en el resto de edificios. Estos elementos dotan al rectorado de una mayor elegancia.

El edificio de instalaciones generales y mantenimiento está situado al este del aparcamiento del aulario.  Desde él se controlan los servicios del campus como la calefacción, el alumbrado o la ventilación.

Lo que más destaca del edificio son las cuatro chimeneas de brillante color amarillo que forman parte del sistema de calefacción. Se dice que Sáenz de Oiza decidió el color que tendrían las chimeneas a pie de obra, al encontrarse en el suelo un papel de caramelo cuyo llamativo color amarillo lo atrajo.

El edificio de talleres, donde realiza parte de sus prácticas el alumnado de las escuelas técnicas, se encuentra en el extremo oriental del campus, junto a la carretera de Tajonar.

Está construido mediante paneles sobre una base de hormigón y recuerda a una antigua fábrica, debido a la cubierta en forma de dientes de sierra.

El principal material constructivo del campus es el hormigón. Todas las fachadas se proyectaron fundamentalmente con hormigón visto de acabado muy cuidado y carpinterías de aluminio, que confiere al campus una imagen de firmeza e innovación.

El hormigón exigido por Sáenz de Oiza, de color más claro y de mayor fluidez que el convencional, es uno de los logros de esta obra. Se consiguió mezclando el cemento con un compuesto calizo y sumándole un superfluidificante que le dio mayor movilidad sin quitarle resistencia. Se consiguió de este modo un hormigón de calidad, resistencia, color uniforme, económico y de rápida instalación que, además, unifica la imagen del campus.