Sáenz de Oiza en los terrenos del futuro campus de Arrosadia

Sáenz de Oiza

Francisco Javier Sáenz de Oiza (Cáseda, Navarra, 1918 - Madrid, 2000), desde pequeño se aficionó a levantar planos de las iglesias de su pueblo y de la Sevilla donde pasó su infancia.

Estudió la carrera en la Escuela de Arquitectura de Madrid y en 1947 ganó una estancia de un año en Estados Unidos donde «aprendió a aprender». En ese viaje conoció la actualidad arquitectónica internacional y quedó fascinado por la tecnología, la arquitectura de vidrio, la orientación y la iluminación natural, cuestiones que le preocuparon toda su vida.

Desde el principio, se alejó de los postulados academicistas y anacrónicos del régimen franquista y apostó por una arquitectura racionalista, necesaria en la España de los años 50.

Pero lo que cultivó a los más altos niveles europeos fue el organicismo —que integra las edificaciones en el contexto natural—, estilo que utilizó cuando la carestía económica del país dio paso a un crecimiento de las ciudades.

Perteneció a la segunda generación de la llamada «Escuela de Madrid» que desde los años 50 cambió la fisonomía urbanística de la ciudad.

Fue el gran referente de la arquitectura española de la segunda mitad del siglo XX, como pueden avalar los innumerables premios que obtuvo.

Sáenz de Oiza ejerció durante cuatro décadas la docencia en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, y lo hizo con pasión.

Sus alumnos y colegas le recuerdan por su excepcional inteligencia y curiosidad intelectual. Oiza les retaba preguntándoles «qué es la arquitectura», y quien supiera contestar, ya podía considerarse un arquitecto. 

Como maestro, les recomendaba continuar el aprendizaje viajando y «caminar por caminos no trillados…».