Arquitectura de Sáenz de Oiza: sus fuentes de inspiración

Sáenz de Oiza decía no haber tenido ningún maestro, pero sí la inspiración de Frank Lloyd Wright, Mies van der Rohe, Louis Kahn, y sobre todo de Le Corbusier. Con él compartió la idea de la existencia de dos conceptos en la arquitectura: la estructura, el fundamento —lo permanente y estable de la arquitectura— y el decoro de la arquitectura, el visage, cambiante según el lugar y el tiempo.

Apasionado y curioso lector, algunos textos fueron cruciales en su entender el binomio hombre-arquitectura. Entre ellos destaca una página que dedica García Lorca a Gerardo Diego en la que expresa que, para ser poeta, hay que tener oficio y saber qué es un poema. En ese orden de cosas para Oiza lo más importante es saber qué es y qué deja de ser arquitectura. 

Pero, sobre todo, uno de los textos literarios al que más recurría es el relato del guerrero y la cautiva de El Aleph de Jorge Luis Borges, donde extrae la idea del vaivén humano entre el progreso y el regreso, entre la conquista del mundo a través de la técnica y lo contrario, la vuelta al mundo primitivo.

Su forma de trabajar era una búsqueda sin pereza, nada de autocomplacencia con la primera idea que surgiera, por muy buena que fuera, sino que seguía indagando, especulando, y comparando otras posibilidades.

Veamos una muestra de las obras del maestro, trabajador, curioso, crítico e inconformista que ponía todo «en solfa»